martes, 19 de junio de 2012

BIBLIOTECA DEL SEXO – FASCÍCULO No. 23 LAS HORMONAS SEXUALES Y LA SALUD

La medicina oriental ve en lo que ella llama "glándulas de los riñones" (SHEN HSIEN) como los principales reguladores de la potencia sexual, sobre todo en los varones. Estas glándulas, que cubren la parte superior de ambos riñones, en occidente se denominan "glándulas suprarrenales". Las suprarrenales, también denominadas "corteza suprarrenal", producen diversas hormonas de vital importancia para distintos procesos metabólicos y funciones biológicas. 
         
Tanto en uno como en otro sexo, las hormonas suprarrenales incluyen pequeña pero fisiológicamente significativas cantidades de andrógenos (hormonas masculinas) y una cantidad relativamente minúscula de estrógenos (hormonas femeninas). Estas hormonas sexuales regulan las secreciones de todas las demás glándulas sexuales,  como los ovarios, los testículos y próstata, e influyen también en las secreciones de las glándulas pituitaria, pineal y tiroidea.   
         
Una insuficiente secreción de andrógenos en el hombre, por ejemplo, se traduce en la disminución del impulso y la potencia sexual. En la mujer, una excesiva secreción de andrógenos puede producir efectos virilizadores como el crecimiento de pelo en la cara y la reducción de los pechos.  
         
Por ello, la ciencia oriental médica considera que uno de los principales objetivos de las relaciones sexuales, es el de favorecer la secreción de hormonas masculinas y femeninas y mantener su equilibrio óptimo. 
         
La ciencia occidental también ha comprobado, con cierto retraso, la existencia de una estrecha relación entre la estimulación sexual y la producción de hormonas, y entre la producción de hormonas y la salud.  
         
Una práctica tibetana de "transmutación sexual para soltero" llamada el Vajroli Mudra, que consiste en masajes en la próstata (en el caso del varón) y en los ovarios (caso de la mujer) y los órganos creadores, sin la llegada al espasmo  u orgasmo, muestran un aumento significativo en el nivel de testosterona (en el varón) y progesterona (mujer) en la sangre, dato que establece una clara relación entre la excitación sexual y la secreción hormonal.  
         
Las investigaciones también han revelado que los varones con altos niveles de testosterona, alto número de espermatozoides y semen denso y viscoso son  completamente inmunes a muchas enfermedades contagiosas corrientes y altamente resistentes a otras, mientras que los sujetos con bajos niveles de testosteronas y espermatozoides y con un semen acuoso y diluido sólo poseen una resistencia parcial a las enfermedades en general y son altamente vulnerables a numerosas enfermedades. 
         
Según el punto de vista de la medicina oriental, los estragos del envejecimiento se deben a la gradual disminución de la producción de hormonas y a la disipación de la energía vital. Pero para ellos, son las hormonas  las que ejercen la más profunda e intensa influencia fisiológica, y por ende, son las relaciones sexuales sin eyaculación las que favorecen más directamente la producción de hormonas y el equilibrio endocrino.  
         
En China, por ejemplo, a medida que una persona envejece, es obvio que las relaciones sexuales se van volviendo cada vez más importantes  como una forma de terapia preventiva contra la enfermedad y la decadencia.  
         
Cuando las secreciones de las "glándulas de los riñones" masculinas se mantienen elevadas mediante las relaciones sexuales sin eyaculación, entran en el torrente sanguíneo, circulan por todo el cuerpo y evitan muchas dolencias, enfermedades y otros trastornos asociados a la edad. 
         
Un estudio realizado en Estados Unidos reveló que las relaciones sexuales frecuentes sin eyaculación (o fornicación), alivian considerablemente los dolores reumáticos crónicos en las parejas de edad avanzada, pues estimulan la secreción de cortisona en la corteza suprarrenal. Según los médicos orientales, la corteza suprarrenal es la glándula más directamente influida por la excitación sexual. 
         
Por otra parte, según la ciencia occidental, un exceso de coitos con eyaculación inhibe las funciones suprarrenales en el varón, observamos que el argumento oriental "de que un exceso eyaculatorio perjudica las "glándulas de los riñones", es esencialmente correcto. 
         
Las relaciones sexuales entre  varón y mujer es la principal manifestación terrenal de los Eternos y Universales Principios Masculino y Femenino, que hace que la sexualidad sea tan natural e indispensable para la salud y la longevidad humana, como lo es para la vida planetaria la energía solar... Por ello, el infortunado sentimiento de culpa inculcado en la tradición judeacristiana que acompaña a las cuestiones sexuales, constituye un exabrupto y es uno de los aspectos antihumanos y antidivinales de la cultura religiosa occidental. La enraizada farisíaca actitud occidental hacia el sexo es lo que ha impedido llevar a cabo un estudio serio, exhaustivo y profundo sobre la sexualidad humana en el hemisferio occidental hace escasas décadas. 
         
La Filosofía occidental mira el sexo a través de la óptica dualista, o sea, lo considera como benéfica cuando la pareja se somete al rito de una religión organizada y en especial a la oficial, y es destructora cuando la pareja lo realiza fuera del lazo matrimonial ritualístico. Siendo que ambas parejas logran el mismo resultado: Fornicar o Eyacular la “sustancia semínica”, incluyendo toda clase de relajo inmoral  en la mayoría de los casos. Cuando ciertamente las únicas distinciones a tener en cuenta en materia de sexualidad son las que se relacionan con los hábitos sexuales sanos, y son dañinos los que incluyen toda clase  de Sexopatías y aberraciones. La no distinción de unos y otros hábitos es óbice para mirar el sexo con gran reverencia, veneración o respeto. 
         
La práctica antiquísima de la No Eyaculación o No Fornicación, posibilita a la pareja de una poderosa potencia sexual que les permite unas relaciones sexuales maravillosas y excelentes en todos los sentidos, al tiempo que protege su salud y les da el bienestar integral total a ambos. La tendencia  masculina a quedarse dormido como un "tronco" después de la eyaculación es un claro síntoma de agotamiento, lo que acusa que la pérdida física de semen es lo que perjudica al varón, aunque no se llega a ser plenamente consciente de ello. De igual forma perjudica también a la fémina. 
         
Cuando la pareja evita la Fornicación en las relaciones sexuales, el varón y la mujer no experimentan el triste fenómeno de la "depresión poscoital" que sigue a las relaciones sexuales convencionales. La sexualidad realizada sin Fornicación es como un trueque donde se sacrifica el mínimo placer (en tiempo) que produce la pérdida de la hormona sexual, a cambio de producir más células sexuales que benefician la salud y la longevidad.


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